TERCIO 3 DE LA LEGION
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Alocución a los componentes y veteranos de la Brigada Legionaria Paracaidista en su 50 Aniversario

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Alocución a los componentes y veteranos de la Brigada Legionaria Paracaidista en su 50 Aniversario Empty Alocución a los componentes y veteranos de la Brigada Legionaria Paracaidista en su 50 Aniversario

Mensaje  Pedro Motas Mosquera Lun Jun 10, 2013 12:15 am

Pocas cosas marcan tanto en la vida como el haber servido en la Brigada Legionaria Paracaidista, basta con observar las tribunas de esta explanada para comprobarlo. Entre los veteranos, que nos acompañan hay soldados y generales. Unos ejercisteis el mando de esta Unidad, otros servisteis en ella como simples fusileros. algunos habéis recorrido muchos kilómetros para estar hoy aquí...

Si tal diversidad es esfuerzo resultarían difíciles de entender a un observador ajeno al mundo de la BRIPAC, el contenido de nuestras conversaciones provoca todavía mayor desorientación. No nos jactamos de haber llevado una vida cómoda, recordamos la tensión de los saltos y las accidentadas llegadas al suelo. Nos reímos de las interminables marchas, del frío pasado en las marchas, de las noches en vela esperando el inicio de un tema, incluso de los apuros pasados con algún que otro jefe, cuyo carácter sigue dando de hablar. A veces sospechamos que sentimos añoranza de la miseria compartida en lugares tan lejanos como en el Sahara ¡Cuántos años y kilómetros separan este lugar! Sin embargo parece que en el los paracaidistas hemos soportado el mismo polvo y calor, bella imagen de que los hombre pasamos, pero el espíritu, representado por una boina negra, a menudo sucia y descolorida por el sol permanece.

El sufrimiento pasa, pero el haber sufrido permanece. En nosotros permanece la satisfacción de estar o haber estado entre los mejores; hemos pagado un precio muy alto en hambre, frío, sueño y cansancio, pero el premio ha merecido la pena. Una recompensa que ninguna crisis nos podrá quitar y que nos hace sentir orgullosos de esas cicatrices, en la piel o en el corazón, que, a modo de factura, dan fe del pago realizado.

En un ambiente, que muchos consideran decadente, contrasta la actitud de nuestros paracaidistas. Jóvenes que saben sufrir corriendo hasta la extenuación, dispuestos a caer reventados en una marcha, antes de ser aligerados de la carga que les toca llevar, hombre que soportan estoicamente frío, lluvia, hambre, suciedad, cansancio..., voluntarios para ocupar los puestos más duros y arriesgados, disciplinados hasta el extremo, ejemplares en el premio y en el castigo ¿Que les hace diferentes a los demás? Un espíritu forjado durante 57 años en la Brigada Legionaria Paracaidista, que los que estáis en esas tribunas nos habéis transmitido con vuestro ejemplo e ilusión, haciendo vida en nosotros el principio educativo de que "al joven si se le pide poco no da nada, si se le pide mucho da más". Muchas gracias por habernos pedido todo y por haber exigido que lo diéramos.

Todo esto refleja la boina negra que portamos, sentimientos a veces disimulados para no ser malinterpretados por quienes viven la milicia con otro estilo, aunque debemos confesar que no se nos da bien ocultar el orgullo que sentimos por ser paracaidistas, nos traiciona el porte, el ademán confiado, una mal disimulada autoestima y, sobre todo, nuestra "machacona" insistencia por ser empleados en los lugares de mayor riesgo y fatiga. Con frecuencia una molesta actitud de "ir a por todas".

Nuestra limitación en el arte del disimulo hace que algunos nos consideren arrogantes, la mayoría por desconocimiento, alguno por envidia. Asumimos con resignación esta lacra, pues es difícil que nos entienda quien no está habituado a colgar su vida de un paracaídas. Para comprendernos hay que haber soportado largas horas de espera en área de embarque, pendientes de un parte meteorológico. Haber sentido el cuerpo ceñido por multitud de correas que nos hacen avanzar hasta el avión con paso torpe, el cuerpo encorvado y la cabeza gacha, sujetando en las manos un mosquetón del que sabemos colgará nuestra vida. Hay que haberse sentido encajado en un avión abarrotado de saltadores, pisoteados por los jefes de salto, que no disponen de otra ruta para moverse por el avión, que las mochilas que portamos sobre nuestros regazos. Nos comprende quien se ha habituado a aguantar el mareo de un vuelo táctico y es capaz de dominar la tensión que provoca la apertura de una rampa, dejando al descubierto un abismo incierto. Quien sabe lo que es marchar hacia un precipicio dominando el miedo y el instinto de supervivencia, lanzándose al vacío con la confianza puesta en un trozo de tela. Nos comprende, en fin, quien ha experimentado el alivio de ver la campana abierta, el que puede disfrutar, aunque sea por breves momentos, de la belleza del paisaje a 500, 1000 o 2000 metros de altura, quien, al llegar al suelo, vuelve la vista a lo alto y, con la satisfacción de la prueba superada, ve alejarse el avión que lo lanzó.

Componentes de la Brigada Legionaria Paracaidista, mirad en esas tribunas a los que nos precedieron y aprended de ellos. Tomad nota de su nostalgia paracaidista, pues nos damos cuenta del valor de las cosas cuando las perdemos y nosotros, es ley de vida, algún día ya no estaremos aquí. Fijaos en la ilusión que reflejan sus interminables anécdotas. De la abundancia del corazón habla la boca, y por eso sabemos que el suyo está lleno de orgullo por haber servido en esta unidad. Aunque la fuerza y la salud abandonan el cuerpo, percataos de que la satisfacción por lo vivido mantiene el corazón joven y permiten mirar a la muerte cara a cara, pues al final de esta jornada que es la vida, prevalece lo que somos, no lo que hemos tenido.

Termino estas palabras con una súplica al Señor por todos los que todavía estamos aquí y por aquellos que nos precedieron. Para que nos proteja en el cumplimiento de nuestra misión, especialmente a aquellos que se encuentran en el Líbano y a los que próximamente partiréis para Afganistán. Que un día, cuando así lo disponga su bondad, podamos celebrar este encuentro en el cielo. A la Virgen Inmaculada, nuestra patrona, le encomiendo especialmente que ninguno falte a esa cita, que allí nos volvamos a ver todos los que en esta vida la hemos venerado como Madre y Reina de la Brigada Legionaria Paracaidista.

Componentes y veteranos de la Brigada Legionaria Paracaidista, sellad conmigo un compromiso de fidelidad a quienes nos enseñaron con su sangre y sudor esta forma de ser soldado, gritando conmigo.

¡Viva España!

¡Viva la Brigada Legionaria Paracaidista!
Pedro Motas Mosquera
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